Arte
Los
chinos desarrollaron grandes aportes a las artes, tanto en la
arquitectura, la pintura, la literatura, la escritura y las telas.
El
arte de la arquitectura surgió con la dinastía Zhou, la que debía
cumplir dos funciones fundamentales: la belleza y/o estética y la
funcionalidad.
Los
hogares debían ser siempre estilizados, contando con jardines, lagunas y
delicados detalles en las cerámicas y estampados de paredes.
Dentro
de las obras arquitectónicas que más destacan están las Pagodas
(construcciones de varios pisos con techos superpuestos, uno sobre
otro), la Gran Muralla China (levantada con el propósito de defender a
la nación de la invasión de los nómadas xiongnu de Mongolia y Manchuria y
que, debido a su longitud y altura, puede verse desde el espacio.) y el
Ejército de Terracota (figuras de soldados y caballos a tamaño real
hechos de terracota, construidos bajo el mandato del autoproclamado
primer Emperador de China, de la dinastía Qin. Al enterrarlos se creía
que el Emperador seguiría teniendo tropas bajo su mando, aún después de
muerto.)
La
escritura es uno de los aspectos más característicos dentro de esta
cultura, debido no solo a su valor como canal de difusión, sino como
parte de su repertorio artístico. Con signos compuestos básicamente por
elegantes y refinadas curvas, la caligrafía china es, en gran parte,
considerada más como un arte abstracto, lleno de armonía y ritmo.
La
seda, uno de los grandes descubrimientos realizados por dicha cultura,
comenzó como una nececidad basica, para luego transformarse en un
sofisticado y exclusivo arte, restringido unicamente al Emperador y a
sus allegados. Basada en la sericultura, la seda se convirtió en uno de
los tesoros más esquisitos de aquella época, manteniendo o incluso
aumentando su valor hasta nuestros días.
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